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¿Tienes el calendario lleno de exámenes y de tachones por cada día que pasa?... Incluso seguro tienes marcado el “FIN” en grande, mayúsculas y lleno de colorines. Tienes más apuntes en la cabeza que luces en una feria, y te persiguen hasta en la mini siesta de todos los días.

¿Has gastado diez subrayares, catorce bolis bic y no sé cuántos post-it? ¿Llevas un moño en la cabeza como estilo de vida, y a veces las ojeras no se quitan ni con corrector? Pero no te preocupes, dicen que todo esfuerzo tiene su recompensa...

La vida es teóricamente larga, e irónicamente corta, pese a las restricciones que el distanciamiento social nos exige debido a la coyuntura global, sigamos disfrutando y creando desde casa.

- Fleurs.

No soy de hablar mucho pero me gusta escuchar las conversaciones largas y tranquilas, sobre nada en concreto, sobre todo en general:

Me llaman Erika, pero no conviene conceder excesiva importancia a los nombres, que acaban construyendo una identidad que tal vez no exista o es demasiado sutil.

A mí la literatura me ayudó a superar el contratiempo de ser alguien, con sus limitaciones espacio-temporales. Convengo en que quizás sea Erika, pero también en ser muchos otros, con la capacidad potencial con que un centro puede desplegarse hacia tantos universos periféricos. Escribo y ya no soy yo, sino la que escribe, la que me lleva a un lugar; otro tiempo, otra mente, ensanchando márgenes y horizontes. Puedo encontrarme en invierno cuando estoy en verano, tomar rumbos en los que desfilan paisajes desde la ventana de mi habitación, pensar “pensamientos” que no son míos, sentir sensaciones que yo no siento. Mi voz, como la de un ventrílocuo, se diluye y adopta una forma para cada poema, una identidad distinta, aunque me llame Erika; “quienquiera” que sea Erika, acaso nadie...

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