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12 de Octubre
Siempre nos han dicho que la empatía es ponernos en el lugar del otro. Lo hemos escuchado tanto de esa manera que no nos detenemos a pensar en lo que verdaderamente eso implica.
Si estamos con una amiga que pasa por una situación difícil. ¿Realmente sabemos cambiar de rol para comprender lo que siente ella? Si nos preguntamos ¿Cómo me sentiría yo si me pasará lo que le pasa a ella? ¿Cómo me gustaría que me traten? Estas preguntas nos permiten reforzar nuestra capacidad de empatía.
Recordemos que el hecho de que nuestras circunstancias sean buenas no significa que sea así para todas, cada una tiene una historia y un camino muy distinto al nuestro, tal vez nunca te haga sentido el modo de vida de muchas mujeres porque vives experiencias totalmente diferentes, sin embargo, imagina como esa mujer ve el mundo desde sus ojos y de seguro se ve muy distinto a como lo ves tú en tu realidad. Aunque no siempre podamos entender todo lo que pasan los demás es cuestión de respetar el lugar donde están parados, a veces por encima de nosotras, otras por debajo, en ese caso además de empáticas, aprendemos a ser humildes, reconociendo que en algún momento estuvimos o podríamos estar en ese mismo lugar.
No somos empáticas con otras mujeres cuando las criticamos, cuando buscamos el más mínimo fallo en su vestuario o en su físico, cuando no le damos una oportunidad de trabajo o de cualquier otra índole sabiendo que la merecen, cuando no damos una orientación teniendo nosotras toda la información, cuando nos burlamos, cuando atacamos con nuestras palabras, cuando coqueteamos con un hombre comprometido, cuando andamos chismeando sobre nuestras compañeras, entre muchas otras acciones que hacen a un lado la empatía porque simplemente no nos gustaría que nos hagan lo mismo.
A veces olvidamos lo agradable que se siente ser comprendidas, escuchadas y recibir un abrazo de aliento que nos reconforte, eso mismo podemos darle a los demás cuando lo necesiten. Un poco de nuestra atención puede cambiar el rumbo de otra persona.
La empatía se trata de entender y respetar las experiencias de vida de cada quien, sabiendo que no tenemos la verdad absoluta de nada. Evitemos vivir desde el juicio, la vida no es blanco y negro, la empatía nos permite descubrir los múltiples matices de colores que existen.
Cultivemos esa habilidad de poder sostener y validar las emociones de otras personas sin juzgarlas, simplemente estando desde un lugar de comprensión. Suena fácil en teoría, sin embargo, en la práctica solemos cuestionar cuando alguien siente dolor por algo que para nosotras puede ser insignificante, no actuamos de forma genuina sin anteponer nuestro propio juicio. A veces cuando intentamos conectar con la empatía suelen llegar pensamientos como ”Yo creo que ella exagera”, “Eso no es nada”, “No entiendo porque se siente así” y entonces esos juicios nos impiden ser empáticas de una manera autentica.
La empatía entre mujeres es a lo que hoy se le llama sororidad, que más que ser amigas, es una hermandad, es cuidarnos, apoyarnos, celebrarnos, admirarnos, aconsejarnos desde el amor y ser felices cuando vemos a otra mujer brillar, hagamos de esto parte de nuestros ideales, apliquemos la congruencia poniendo en práctica lo que predicamos y seamos para otras lo que esperamos recibir. Que la sororidad sea parte de nuestra filosofía de vida, de nuestros valores y de nuestro propio criterio personal.
Ponemos en práctica la empatía con las mujeres desde la forma en la que educamos a nuestros hijos que serán la pareja de la futura generación de mujeres, hasta cómo tratamos a un hombre casado o comprometido con otra mujer. También cuando apoyamos a otras a sentirse mejor consigo mismas, cuando nos alegramos por sus logros y buscamos de manera consciente contribuir con el crecimiento de todas.
Ser empáticas con nuestras amigas, con nuestra madre, hermanas o con cualquier mujer de nuestro entorno, no consiste en estar de acuerdo con lo que nos dicen, se trata de comprender profunda y completamente, escuchar con el corazón y actuar a partir de lo que ella siente. Mujeres, vamos a escucharnos sin juzgar, a apoyarnos sin chismear y a reconocernos sin envidiar. Nuestro poder es más fuerte si lo compartimos, si somos aliadas y estamos unidas.
Apostemos a otras mujeres, impulsando sus sueños, porque cuando una mujer es valiente y alcanza todos sus objetivos está abriendo el camino para que todas lo hagamos. Esas que creen en sí mismas, que se aman, que viven bajo sus propios términos, que se levantan cuantas veces sea necesario, ellas nos inspiran a todas, ellas comparten su brillo e iluminan a otras y juntas somos resplandecientes, invencibles, imparables y poderosas.
Hay espacio para todas, todas podemos brillar, juntas somos mejores, si ayudas a que otras brillen, tú brillas aún más.
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